El final filosófico de cada tomo del Mishné Torá (parte 4 - final)
Filosofía y ley ya llevan muchos años de casados
Final de Sefer Kinián:
מותר לעבוד בעבד כנעני בפרך. ואף על פי שהדין כך, מדת חסידות ודרכיא החכמה שיהיה אדם רחמן ורודף צדק, ולא יכביד עולו על עבדו, ולא יצר לו, ויאכילו וישקהו מכל מאכלו ומכל משקהוב:
חכמים הראשונים היו נותנין לעבד מכל תבשיל ותבשיל שהיו אוכלין, ומקדימין מזון הבהמות והעבדים על סעודת עצמן. הרי הוא אומר ״כעיני עבדים אל יד אדוניהם, כעיני שפחה אל יד גברתה״ (תהלים קכ״ג:ב׳)
וכן לא יבזהו לא ביד ולא בדברים, לעבדות מסרן הכתוב, לא לבושה. ולא ירבה עליו צעקה וכעס, אלא ידבר עמו בנחת וישמע טענותיו, וכן מפורש בדרכי איוב הטובים שהשתבח בהן ״אם אמאס משפט עבדי ואמתי בריבם עמדי וכו׳ הלא בבטן עושני עשהו ויכוננו ברחם אחד״ (איוב ל״א:י״ג-ט״ו)
ואין האכזריות והעזות מצויה אלא בגויים הערלים, אבל זרעו של אברהם אבינו, והם ישראל שהשפיע הקדוש ברוך הוא להם טובתו התורה וציום בחוקים ומשפטים צדיקים, רחמנין הם על הכל. וכן במידותיו של הקדוש ברוך הוא שציונו להידמות בהן הוא אומר ״ורחמיו על כל מעשיו״ (תהלים קמ״ה:ט׳). וכל המרחם מרחמין עליו, שנאמר ״ונתן לך רחמים ורחמך והרבך״ (דברים י״ג:י״ח)
“Está permitido hacer que el esclavo kenaaní haga trabajo forzado. A pesar de así es la ley, es una conducta piadosa y el camino de la sabiduría que la persona sea misericordiosa y persiga la justicia, y no coloque un yugo pesado sobre su esclavo ni lo haga sufrir sino que le dé de comer y beber de todo lo que come y todo lo que bebe. Los primeros Jajamim solían darle al esclavo de cada manjar que comían. También adelantaban el alimento de los animales y esclavos a su propio banquete. Por eso dice: 'He aquí, como los ojos de los siervos (miran) a la mano de su amo, como los ojos de una sierva, a la mano de su señora' (Tehilim 123:2). Del mismo modo, que no lo avergüence con actos o palabras. La Escritura lo puso para trabajo de servicio, no para vergüenza. Y que no le aumente en grito y enojo, sino que le hable con gentileza y escuche sus argumentos. Así está explícito en los modos buenos de Yiob, por los cuales fue alabado: Si tenía en poco el derecho de mi siervo, y el de mi sierva, cuando contendían conmigo (...) El que en el vientre me hizo a mí, ¿no le hizo a él también? ¿Y no nos formó Uno mismo en la matriz?' (Yiob 31:13-15).
La crueldad y la arrogancia solamente se encuentran entre los no judíos incircuncisos, pero los descendientes de Abraham Abinu ―que es Israel, sobre quienes el Santo Bendito Sea hizo influir su bien, la Torá, y les ordenó decretos y ordenanzas― son justos y misericordiosos con todo. Y así también son los atributos del Santo Bendito Sea que nos ordenó imitarlos. Dice: 'Y sus misericordias sobre todos sus actos' (Tehilim 145:9). Y todo aquel que tiene misericordia, le tienen misericordia a él, como está dicho: 'Y te va a dar misericordia y tendrá misericordia de ti y te multiplicará' (Debarim 13:18)”.
El Rambam señala que, a pesar de que estrictamente hablando es legal tratar al esclavo kenaaní de manera cruel, no es la forma correcta de hacerlo. Esto debemos extrapolarlo a todas las relaciones humanas, en especial a aquellas en las que nos vinculamos con alguien que está en una posición de inferioridad y asimetría. También hay otro punto interesante, que exigiría un desarrollo pormenorizado: la idea de Imitatio Dei (“imitar a Dios”). Es decir, actuar con los mismos atributos que Dios manifiesta a la hora de relacionarse con el mundo.
Final de Sefer Mishpatim:
אף על פי שאין האפטרופוס צריך לעשות חשבון, כמו שביארנו, צריך לחשב בינו לבין עצמו, ולדקדק ולהיזהר הרבה מאביהן של אלו היתומין שהוא רוכב ערבות, שנאמר ״סולו לרוכב בערבות ביה שמו וכו׳ אבי יתומים״ וכו׳ב (תהלים ס״ח:ה׳-ו׳)
“A pesar de que no es necesario que el tutor haga cuentas [es decir, llevar la contabilidad del huérfano a su cargo], como explicamos, [de todos modos] debe rendir cuentas consigo mismo, ser puntilloso y cuidarse mucho del Padre de estos huérfanos, ya que Él cabalga sobre las nubes, como dice: ‘ensalzad a Aquel que cabalga sobre las nubes, que Yah es Su Nombre (...) Padre de huérfanos’ (Tehilim 68:5-6)”.
Más allá de expresar que la persona debería ir más allá del cumplimiento estricto de la ley (lifnim mishurat hadin), el Rambam también nos muestra la importancia de defender los derechos de los huérfanos (es decir, de los más desfavorecidos) y cuidarnos extremadamente en el uso del dinero, especialmente cuando se trata de llevar la contabilidad del dinero ajeno.
Final de Sefer Shoftim:
ובאותו הזמן לא יהיה שם לא רעב ולא מלחמה ולא קנאה ותחרות, שהטובה מושפעת הרבה, וכל המעדנים מצויין כעפר, ולא יהיה עסק כל העולם אלא לדעת את י״י בלבד. ולפיכך יהיו חכמים גדולים, ויודעים דברים הסתומין העמוקין, וישיגו דעת בוראם כפי כוח האדם, שנאמר ״כי מלאה הארץ דעה את י״יה״ (ישעיהו י״א:ט׳)
“Y en esa época [es decir, en la época mesiánica] no va a haber hambruna, guerra, celos ni competencia, porque el bien se va a expandir mucho y todas las delicias se encontrarán como el polvo. La ocupación de todo el mundo va a ser solamente conocer a Dios. Por lo tanto, va a haber jajamim grandes y van a saber las cuestiones ocultos profundas, y van a captar el conocimiento de Dios de acuerdo a la capacidad humana, como dice: ‘Porque se llenará la tierra del conocimiento de Dios’ (Iesiahu 11:9)”.
En esta halajá, el Rambam deja en claro que la época mesiánica no será necesariamente una época de milagros (con la excepción de tejiat hametim). La erradicación del mal no será un evento sobrenatural, sino que será una consecuencia de un cambio de prioridades de la humanidad: si la competencia y los celos se producen por una mala distribución de los recursos y riquezas (o la falta de ellos), entonces una era de abundancia material debería producir la posibilidad que las personas dediquen su tiempo y esfuerzos a algo más que la mera supervivencia física. Cuando tenemos satisfechas las necesidades materiales, podemos intentar realizar valores espirituales. En términos del Rambam, el tikún haguf antecede al tikún hanéfesh. También es interesante notar que el Rambam comienza el Mishné Torá con la mitzvá de conocer a Dios, como pilar de todas las ciencias y sabidurías, y termina con la misma idea: el conocimiento de Dios es el principio y el final de toda la Torá.